lunes

POSMODERNO

Hace casi 20 años era boy scout.
Iba de campamento habitualmente. Son experiencias inolvidables en la vida de una persona. Convivir con pares, en medio de bosques y arroyos, aprender a pescar, a hacer nudos y amarres, usar cuchillos, hachas, tomar mate cocido, fascinarse con el fuego. Son verdaderas maravillas para un chico, aventuras que se incrustan en uno para siempre.

Recuerdo los campamentos de supervivencia, en los que no estaba permitido llevar muchos alimentos y había que procurárselos de la misma naturaleza. Se improvisaban baños, se potabilizaba el agua para tomar mediante técnicas aprendidas, así como también era menester encender el fuego con medios no artificiales. Pasábamos horas hasta que lográbamos unas modestas llamitas. Y ahí hacíamos un suerte de guardia del fuego, alternándonos para mantenerlo encendido y con una olla o cacharro con agua cerca de las brazas (el agua caliente permanente es imperiosa para el mate o mate cocido).

Hubo una vez en la que debimos hacer trampa y usar varias lupas contra el sol para que el fuego encienda, luego de intentar casi todo un día. Con los últimos rayos de la tarde lo logramos.

En cambio, cuando los campamentos no tenían la modalidad de “supervivencia”, estaba permitido llevar encendedores y fósforos. Así y todo, en los días que amanecía lloviendo o con las escarcha de invierno es todo un severo trabajo encender el fuego. Varios grupos a la vez se disputaban el honor de lograr las primeras llamar del día bajo la lluvia. Y quien lo lograba obtenía el respeto tácito de los demás y el agradecimiento de los friolentos, junto al orgullo íntimo de haber sido por esa vez el proveedor de seguridad del grupo.

En estos entrañables recuerdos y en el paso del tiempo (perdón por los lugares comunes) pensé hoy a la mañana, cuando calenté el agua para tomar mate en esta pava que me regalaron:

7 Comentaron sin empacho:

Anónimo dijo...

es increible como pasan los años martin. ya no hay carreras de autitos en las veredas.
abrazo y segui escribiendo tan bien como siempre
cristina

Martín Aon dijo...

Me di cuenta que me estaba poniendo viejo el otro día, cuando fui a comparme un paraguas.
Envejecer es cambiar de gustos.
Saludos Cristina.

Anónimo dijo...

jejeje tal cual querido martin
abrazo

principio de incertidumbre dijo...

esas pavas, además de coquetas, me parecen el colmo de lo colmable. Además de que gastás electricidad, ¿ahorrá minutos o qué?

tomás mate siempre cerca del enchufe, o qué.

Lorena: enojada con las pavitas eléctricas.

Y sí, buen post.

Martín Aon dijo...

Lorena, en un minuto y medio está el agua a punto para el mate. Se toma luego de la manija y se lleva (ya sin cable, pues queda la base en la cocina, por caso) a la mesa, escritorio o donde se le cante tomar mate.
Yo descreía de la practicidad de las pavas eléctricas pero ciertamente está buenísima (ya con que el agua no hierva nunca está bien para mí; vea con qué poco me arreglo).
Vamos, reconcíliese con la pava, no sea homónima.

Aon

PD: a ver cuándo habilita un mate para este lado de la provincia, che.

Anónimo dijo...

Hola tengo un hijo con solo 3 años de edad que al ilustrarle lo que es una pava electrica y su utilidad me pregunta papá ¿Martin sino tiene "luz" no toma mate?

Martín Aon dijo...

Vaya, yo a mis 32 años todavía no me había hecho semejante pregunta.
La respuesta es: conservo aun la pava clásica de metal para poner en la hornalla de la cocina y tomar mate ahi mismo, de pie (más que nada en invierno, en donde la hornalla queda encendida por horas.
Gracias por su comentario.
Saludos a su hijo.
Martín