martes

FABIO MORASSO*

Rezo


Padre mío que te fuiste
aquella tarde sin año
luego de decirme que el perro muerto
tenía los dientes como perlas
y que me estuviera quieto y dejara de oler a podrido...
Padre mío yo siempre quise ser tuyo
pero vos insistías en formularte un octavo día
donde no pude encontrarte por problemas calendarios
con señoritas de tetas de gomería impresas a todo color.
Así que hoy que sé lo complejo de tu misericordia
me dirijo a vos seco de esperanza
porque dudo que alguien me escuche
así como dudo del efecto de las palabras
ya que me siento cada vez más incapaz de perdonar
como me hubiese gustado ser disculpado.
Padre mío
vos que estás ahí en ese cielo
donde yo arrojo piedras que no dan en blanco alguno
(y no se trata de libertad de culpas
ni impunidad mesiánica)
mientras las alturas a lo sumo me llueven
una tristeza de domingo por la tarde...
decía, padre mío,
siempre hay una ausencia de tu abrazo
que ya me harté de adjudicar a tus clavos.
Padre mío
¿por qué repetiste la historia?
¿por qué me abandonaste como el abuelo a vos?
tengo a mi derecha un fraude
a mi izquierda un ladrón
se lavaron, todos, las manos
y apenas esas mujeres me siguen llorando.
Padre mío
tengo un cansancio como sudario sucio
el costado ardido de vinagre
y unas ganas de atormentar el cielo...
¿dónde estás padre mío?
¿cuántas veces reparirme, papá?
¿cuánta fe necesitas para que este charco no me ahogue?
Padre mío, decime la verdad
¿Te alcanzará alguna vez con que sea un hombre?

(*) Fabio Morasso es, además de un amigo, un artista de la puta madre (y un incansable cebador de mate amargo).

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